miércoles, 10 de julio de 2013

Hasta que Vuelvas a Sucederme

Creí que nunca volverías a sucederme, pero ahí estabas, a lo lejos, a unas cinco o seis personas de distancia. No te reconocí, ni siquiera mi guió tu olor porque ya no olías a lo de antes; se había desvanecido tu marca personal. Sonreías a medias, en el sofá, y también ella estaba ahí, enfrente tuyo, riendo como estúpida y toqueteándote las manos. ¿Yo? llegué ahí por casualidad, la culpa del amigo de un amigo (ya saben) y el lugar estaba atascado de gente desconocida para mí, entre ellos tú, un completo extraño. Ya te lo dije, no te reconocí; no hasta que te tuve frente a frente.



Me senté en el sofá, emanaba un plagosísimo olor a alcohol por las cuantiosas copas derramadas. La música y los tacones me habían cansado y necesitaba un respiro, ¡uno nada más!, pero quién iba a imaginarse que tu voz me sonaría tan familiar, y que primero la vería a ella -con ese cabello de estropajo y sonrisa de primate- para después fijar mis ojos en ti... tus ojos, ellos permanecieron iguales, tristes y seductores ópalos con la capacidad única de desnudarme sin alguna intención.



Me reconociste, supongo, o te llamé la atención porque de pronto tu mirada se desvió de esa chaparra sin gracia y quedaste perplejo por un segundo. Me puse tan nerviosa que giré la cabeza casi dando un brinquito y cuando tuve valor para echar otro vistazo te hallabas ya de pie junto a mí. 

- ...¿Sophie?

-Ho...hola -mi voz fue como un chasquido agudo impertinente.

La sonrisa de chango esa, se puso de pie también y me hizo comprender que era tu novia. Tantos años pensé que si algún día esto me ocurriera seguramente no podría aguantar el llanto, sin en cambio no fue así; sonreí al verlos juntos porque yo mejor que nadie conocía tu soledad. 

La fiesta siguió su rumbo. Comprendí pronto que era la casa de tu novia cuyo nombre ni siquiera recuerdo; sus amigas (todas) la acompañaban; la razón del festejo me importa un carajo, lo que me importó realmente y me impactó al punto de abrirme la boca fue tu aspecto. ¡Ya no eras tú! no, ese no eras tú. No tenías ni un pelo en tu barba y sudabas una loción empalagosa que ocasionó me mareara; vestías una polo de rayas blancas y naranjas ¡Ja! que risa me dio, si tu color preferido es el negro; y lo más importante de todo ¡Rechazabas todo alcohol y cigarro que se te pusiera en la mano! bebiste refresco toda la noche y esa vieja te traía del brazo por todas las habitaciones; de la cocina al jardín, del jardín al sofá de nuevo.

Fui paciente, el amigo que me acompañaba también lo fue. Cuando la casa empezó a vaciarse me senté cómodamente en aquel sofá mojado. Ella te trajo arrastrando del brazo y se sentaron ambos en el mismo sitio. Prendió la tele en un canal de música (¡ya se habían llevado hasta las bocinas!) y en ese justo momento iba empezando ese video de Eminem con Jessica Simpson que no tengo idea cómo se llame (disculpen mis escasos conocimientos en materia musical). Ella volteó a verte y dijo:

-¡Ay, no! Jessica Simpson no me gusta.- E hizo algo que no creí que fuera a hacer, volteó a verme y preguntó si ese canal estaba bien. 

-Ammm... -empecé a decir, confundida. -A mi tampoco me gusta Jessica Simpson... ¡Espera! no le cambies, a él le gusta mucho Eminem, ¿cierto? déjale ahí.

Nunca olvidaré sus ojos de furia cuando resignadamente soltó el control del televisor. Me levanté porque mi amigo me llamó con un ademán hacia la habitación en la que estaba y noté tus ojos inquietos tratando de no perderme de vista. Sin darme cuenta, de un momento a otro ya estabas ahí, conmigo, en esa habitación de poca luz. Mi amigo acertádamente salió y emparejó la puerta. Te quedaste tres segundos sentado sobre la cama revuelta, finalmente me viste a los ojos casi con súplica y pronunciaste quedito:

- ...Sophie... te extraño. -¡Se revolvió todo en mis intestinos!

- ...Yo también te extraño.



¡Un azotón de puerta nos arrebató el ensueño! Tu noviecita estaba llorando desconsolada en el sofá con sus amigas, mis ojos se desorbitaron un poco y una de ellas te jaló violentamente dejándome sola en esa oscuridad y remordimiento a medias, no sin antes lanzarme unos ojos punzantes de asesina. 

Tardaste no más de dos minutos y cuando volviste a mi traías a la loca amiga de tu novia de ojos punzantes como guardaespaldas.

-Yo.... eh.... venía a decirte que...

Y la tipa se cruzó de brazos como esperando escucharte decir lo que debías decir. Pero volviste a tus cabales y para su sorpresa le hablaste con ese valor que siempre admiré en ti.

-Creo que es mejor que nos dejes solos un segundo, para que podamos hablar bien las cosas.

Ella sacó tanto los ojos que creí se le saldrían de su órbita. Tu novia llegó como toro embravecido decidida a gritarte, con los ojos rojos como la sangre y un balbuceo inteligible. Entre sus palabras descabelladas entendí:

-¡TIENES 10 MINUTOS, NO MÁS! ¡UN MINUTO TARDE Y YO ME LARGO DE AQUÍ! 

Se nos hizo más prudente hablar en el jardín. Las sillas estaban volteadas y la cerveza desparramada sobre la tierra. Pero estaba oscuro y eso era lo bueno, nadie podía ver cómo se besaban nuestros ojos en la distancia.

-¿Por qué dejas que ella....

-No lo sé. -Me interrumpiste y bajaste la cabeza como con pena. Encendí un cigarrillo, sonreíste, me lo arrebataste riendo y tuviste que abrir la boca:

-Ven, vámonos de aquí.

Algunas puertas traseras suelen ser muy oportunas.

Nos fuimos a tu casa, como en viejos tiempos. Una vez en tu alcoba te tapaste una chamarra negra atiborrada de cierres, te colgaste la guitarra eléctrica en el hombro y le diste un jalón al cigarro. Ahí estabas tú, de nuevo, el viejo tú con olor a ceniza, manos nostálgicas y cabello azabache. Yo te amé durante esa única canción que tocaste antes de llevarme a casa. Te amé cuando te despediste de mí con un corto beso y me dijiste que la otra ya no importaba. Y te amo ahora, entre mi desdicha porque no me llamas y sé que no lo harás porque ese eres tú, mi tentación lastimera de ojos solitarios. No llamarás, y yo procuraré no amarte hasta que vuelvas a sucederme. 





(Ilustración por Paulo Pérez)


P.D ahí les dejo la foto de la cara de chango esa.

2 comentarios:

Lizeth Daniela dijo...

Vaya, me encanto la publicación de lo normal? y rareza... Me quede atónita... Sigue así, felicidades tienes un don para expresarte así de esta manera. Bendiciones!:)

Violeta dijo...

Lizz, muchísimas gracias por el comentario :) siempre que me escriben me hacen muy feliz. Me alegra que hayas disfrutado del blog, espero volver a verte por aquí. Saludos.